Qué es y para qué sirve la ansiedad

La ansiedad es un sistema natural de alerta que surge como mecanismo de defensa ante situaciones peligrosas o presuntamente peligrosas. Su misión es poner en marcha fisiológicamente al organismo (activarlo) para enfrentarnos al peligro, para salir huyendo o, incluso, para quedarnos paralizados e inmóviles (el reflejo de “paralización”, archivado también en nuestros genes, tiene como misión la de permitirnos pasar desapercibidos ante «el atacante»).

Es tan sólo una alarma. Una alarma que en algunas personas es muy sensible y salta pronto, produciendo sensaciones fuertes y desagradables. Pero el peligro, caso de existir, no estaría nunca en el “timbre de la alarma”, sino en el exterior (y más fácilmente en nuestra mente o en nuestro pensamiento).

No debemos, por tanto, confundir la alarma con el motivo de la alarma. Y los síntomas que sentimos con la ansiedad, esos que nos producen tanto miedo, no son más que el ruido de la alarma, pero no el motivo de la misma.

El mayor problema que provoca la ansiedad viene producido precisamente por el miedo desarrollado hacia la misma.

La tememos, y es necesario aprender lo que no se nos enseñó en su momento: que es algo normal e inherente al ser humano y al ser vivo en general.

La psicoeducación permite redescubrir la ansiedad como lo que es, un mecanismo natural de adaptación del organismo ante la emergencia o el peligro, sea real o imaginario. Lo anormal puede ser su intensidad desproporcionada, exagerada o inoportuna, pero no su manifestación en sí.

No se trata de que ignoremos las sensaciones; es muy difícil ignorar lo que realmente se está sintiendo y más difícil evitarlo. Los síntomas de la ansiedad son evidentes y están ahí, no son producto de nuestra imaginación. Se trata de que nuestra interpretación sea más adecuada, sin alarmismos ni tragedia añadida.

Cuando conocemos lo que sentimos y vemos una lógica en ello, comenzamos a perderle miedo y lo afrontamos con mayor objetividad, reforzando la seguridad en nosotros mismos.

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En determinados momentos de ansiedad tendremos miedo de hacer algunas cosas, pero no por eso debemos renunciar a ellas. Debemos plantearnos llevarlas a cabo, inicialmente “con cierta torpeza”. Ya mejoraremos las destrezas y descubriremos que ese «algo» tan temible del que debíamos defendernos, en realidad no existe.

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