La utilización de remedios naturales está de moda. Pero, ¿por qué tendría que cumplirse que lo natural sea inocuo, sano o beneficioso?
La utilización de plantas con fines curativos, por muy milenaria y popular que sea, tiene riesgos que debemos conocer.
Podría escribirse mucho sobre fitoterapia y fitomedicamentos o fitofármacos, pero por el momento me voy a limitar a añadir algunos datos a un artículo de aparición reciente en la revista Muy Interesante: «8 productos para combatir la depresión«.
En el texto se mencionan los siguientes productos: Hierba de San Juan, Ácidos grasos Omega-3, Camomila, Ginseng, Lavanda, SAM-E, 5-HTP y Azafrán.
Me preocupó especialmente la mención al Hipérico (Hierba de San Juan), quizás porque son muchas las personas que recurren a él y, lamentablemente, lo hacen sin supervisión profesional.
El hipérico es incompatible con alimentos y plantas ricos en tiramina (habas, quesos fermentados, carne de caza, etc.), y suele producir fenómenos de fotosensibilización en caso de exposición a las radiaciones solares, originando eritemas, pigmentaciones, quemaduras e incluso ulceraciones, siendo su curación muy lenta y dificultosa. Por lo que se ha estudiado, puede resultar altamente tóxico en dosis superiores a 1.200 mg./día. Y son muchas las sustancias con las que presenta una interacción que repercute en efectos adversos de diferente magnitud.
El ginseng, aunque es un buen adaptógeno, puede producir hiperestrogenia, hipertensión arterial, taquicardia, nerviosismo, insomnio, síndromes febriles. No conviene asociarlo con drogas antidepresivas ni sobrepasar la dosis de 1 gr./día. Se recomienda que su uso continuado no supere las 4 o 6 semanas y que vaya seguido de períodos de descanso de 2 o 3 meses. Hay que añadir a lo anterior que la fiabilidad del producto a nuestro alcance es muy limitada: se suelen comercializar plantas de diferentes especies y orígenes geográficos, con lo que su composición puede ser muy variable y llega a provocar efectos contrapuestos según predominen unos u otros principios activos; frecuentemente, los preparados son de baja calidad e, incluso, parten de droga falsificada con raíces secundarias, lo que a su vez puede producir, principalmente, excitabilidad y cefaleas; etc.
Ácidos grasos Omega-3, camomila (manzanilla), lavanda, SAM-E y azafrán me suscitan menos interés al no requerir de tanta precaución en su ingesta, si bien es cierto que tampoco se pueden esperar efectos notables en la reducción de la sintomatología depresiva.
Y del 5-HTP ya hablaré en otra ocasión (merece un capítulo aparte), porque es el precursor del 5HT, 5-hidroxitriptamina, que no es otra cosa que el neurotransmisor conocido por todos como Serotonina.