A veces olvidamos que el desarrollo de nuestro SNC (Sistema Nervioso Central) se ha producido con el único fin de permitirnos la adaptación a nuestro entorno y, consecuentemente, la supervivencia como especie.
Nos centramos tanto en nuestra inteligencia, y la valoramos tanto, que llegamos a creer que lo que pensamos constituye la realidad en la que tenemos que vivir.
Si pensamos más que vivimos, ¿tiene sentido que nos preguntemos la razón de nuestra infelicidad?
Vivamos sin más, en desinhibición y espontaneidad. Ya se pondrá el cerebro en marcha, sin necesidad de pedírselo, cada vez que haya algo que solucionar o planificar.