El 29 de marzo de 2017, Javier Aranceta, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), presentó públicamente la nueva Pirámide de la Alimentación Saludable para la población española (EFE Salud).
La pirámide mencionada aparece en el texto «Guías Alimentarias para la población española (SENC, diciembre 2016); la nueva pirámide de la alimentación saludable«, incluido en un número especial de la Revista Científica “Nutrición Hospitalaria”.
Las guías y la pirámide nutricional constituyen una herramienta de educación nutricional y de promoción de la salud dirigida a los profesionales y, especialmente, a la población en general.
Su divulgación me parece, más que positiva, necesaria. Pero reconozco que al ver la pirámide sentí que algo tenía poco que ver, o nada, con la alimentación..
La variedad, el equilibrio y la moderación en la ingesta se repiten como principios básicos de una alimentación saludable. Hasta aquí todo normal. Pero también se recomiendan, por ejemplo, la actividad física diaria y el equilibrio emocional.
Nunca catalogaría la actividad física o el equilibrio emocional como parte de lo que yo entiendo como alimentación pero, para más inri, Internet pone a mi alcance, a diario, artículos de orígenes dispares con esas manidas «claves» para alcanzar el equilibrio emocional, para mejorar el estado de ánimo, para ser feliz, para estar bello/a, para envejecer saludablemente…, ¡y repiten el mismo contenido!
Los psicólogos y coaches, en este punto, no tendremos más remedio que rendirnos a la evidencia de que nuestra aportación a la prevención de la salud no es diferente a la que harían, por ejemplo, los nutricionistas y los especialistas en estética y wellness, pudiendo pecar de repetitivos:
- aprende a controlar el estrés,
- cuida tus vínculos afectivos y mantén relaciones sociales sanas,
- evita el sedentarismo y haz ejercicio regularmente,
- mantén un peso corporal adecuado,
- adquiere una dieta equilibrada y saludable,
- procúrate un sueño suficiente y de calidad,
- etc.
Puede que no nos cuadre que haya una idéntica solución para problemas que nos han vendido como diferentes y propios de distintas especialidades o áreas desconectadas, pero todo encaja cuando nos damos cuenta de que, colectivismos aparte, las diferentes disciplinas intentamos abordar el mismo problema.
Psicología, nutrición y dietética, etc., pretenden promover la salud desde enfoques coincidentes.
Y quizás la psicología debería esforzarse por proporcionar herramientas adicionales dirigidas al abordaje integral, ayudando a cuidar la salud individual y, a su vez, detectando y atenuando los problemas sociales que mantienen el desequilibrio. La prevención individual está abocada a resultar inefectiva sin un enfoque social que la sustente.
El equilibrio, sin lugar a dudas, es la alternativa saludable por la que debemos optar individualmente. Y en este equilibrio no hay nada totalmente malo ni totalmente bueno.
Los seres vivos somos dosis-dependientes: mucho de algo bueno nos perjudica tanto como nada de algo nocivo (con pocas excepciones). Dicho de otro modo: podemos ser flexibles con nuestros niveles de autoexigencia para el mantenimiento de la salud y ser capaces de, a la par que nos procuramos un sueño reparador (necesario para el equilibrio mental, físico y emocional), permitirnos un sabroso bocadillo de panceta disfrutado en buena compañía (y no pasa nada).